24 Horas de Daytona

Por Juan Carlos Maimone

Amanecerá en el Noreste de la Florida; más precisamente en Daytona o la Capital del Automovilismo norteamericano, la misma que disputa ese título con Indianápolis.

La mañana será fría, nublada y una llovizna fina al más alto estilo Silverstone cubrirá todo. Sin embargo, aquí el calor lo proponen los miles de fanáticos que se dan cita al mundo de la velocidad con la alegría característica de las grandes jornadas, de aquellos eventos sagrados del automovilismo deportivo. Simplemente porque sólo en horas más de 60 autos de las más refinadas marcas con los más talentosos pilotos, saldrán a poner todo el color sobre el oscuro trazado.

Entonces, el glamour de las calles de boxes se confundirá con la algarabía de las gradas que a lo largo de 24 horas poblarán más de 150 mil almas sedientas de emoción.

Al igual que Le Mans o Sebring, Daytona marca la diferencia con el resto de las competencias; porque si bien el subir al podio constituye una hazaña sin precedentes en la vida de cualquier piloto o marca, aquí lo importante es llegar, terminar una carrera donde la bondad de un auto o la consistencia de los participantes, dejará para siempre el sello inapelable de haber estado, de haber llegado.

Este año, con presencias estelares como la de Fernando Alonso – uno de los mejores pilotos de la historia – a bordo del Cadillac de Wayne Taylor o el retorno de un Campeón argentino como Agustín Canapino sobre otro Cadillac (el del Juncos Racing). Junto a ellos, los más talentosos del mundo de la velocidad comenzarán a girar por 24 devastadoras horas de competencia.

Desde allí, desde la pared que separa el rugir de los motores con el aire preñado de olor a gasolina, estaremos para contarles desde adentro la legendaria carrera, la que propone un hito inapelable en la vida de tantos incluyendo la nuestra, que tenemos la dicha de vivirla para poder contarla…